Él es una voz, la voz del campo. Una voz que se alza por aquellos que trabajan dónde el verde perdura y les brinda esperanza.

La señal de activo permanece en sus redes sociales, quizá hasta la madrugada. No es vicio, es razón, es querer escuchar a quien lo contacta y ayudar a quien se lo pide. Andrés Guerrero es el trabajador social del campo en Colombia, si analizan su labor, es cosa admirable. Existe el dicho “quien no vive para servir, no sirve para vivir”, el trabajador social detrás de Soy Campesino es un ser humano cuyas 24 horas del día giran en torno al servicio de quien está en la plaza, del campesino sembrando papa y aquel que viste de ruana, de la artesana que teje canastos, del que vende paletas en la esquina y el joven que lucha por avanzar en su vida. Su vida es el servicio.
“Yo hago trabajo social a través de las redes sociales a favor de los campesinos”, es lo que cuenta si le preguntan por su razón de hacer desde su profesión y como joven que ha sacado provecho de las redes digitales. Su ser emana empatía, solidaridad y preocupación por los demás. Un trabajador social vela por la dignidad y bienestar de una comunidad, Andrés Guerrero lo hace por un grupo de personas que han sido olvidadas en Colombia, país que les da poco y les debe mucho.

Hoy 22 de octubre, día nacional del Trabajador Social es pertinente agradecerle. Agradecer por quien vendió su cosecha tras montar una foto en Facebook, por abrirnos los ojos ante lo que cuesta cultivar una guanábana, por mostrarnos que vale la pena visitar un mercado campesino. Agradecer por luchar por el valor que merece un campesino y la vida digna que no le debe ser negada, en Bucaramanga, Tunja, Nuevo Colón o desde cualquier rincón de Colombia al que pueda llegar.
Gracias a Andrés Guerrero por el servicio que pocos se han atrevido a hacer, por su sacrificio apegado al lema “Soy Campesino”, porque con la resistencia que caracteriza su ser, seguramente heredada de sus raíces, el campo revive; revive en la memoria, conciencia y acciones de los colombianos.
