El campo, que es tan olvidado a veces, pero tan amado por quienes allí crecen. Un espacio, un paraíso, una realidad. Es un terreno lleno de historias, donde el verde perdura y la paz predomina. Donde el canto del gallo es el despertador. Valorémoslo.

Con chal y sombrero doña Etelvina Chaparro recibió a Soy Campesino en su casa en Cerinza, Boyacá. Se levanta cada día a las cinco de la mañana, acompañada de la melodía de los pájaros, la brisa madrugadora, el ronroneo de su gato y un paisaje magistral que la llena de paz. Enciende su fogón de leña, prepara el primer tinto y el desayuno. Con una sonrisa sale al encuentro de sus animales, a mirar su “vaquita”, acariciar sus ovejas y dar maíz a sus gallinas. Todo lo hace con pasión, son labores diarias pero que no la cansan, y es que ¿Quién se cansa de aquello que ama?
Etelvina conoció el campo toda su vida y nadie puede evitar amar aquello que conoce. Tuvo la fortuna de recibir el legado de su familia campesina. “Yo, me enseñó mi mamá, a cuidar un animalito, a trabajar, a todo, hasta leña cargaba, iba al monte a traer leña, a cocinar”, afirma doña Etelvina, además aprendió la tradición de hacer canastos, “cuando me queda tiempo, cojo y hago un canastico”, agrega. Con rostro alegre sentada en su patio canta y teje un bello cesto.
Presume orgullosa sus matas de jardín y su huerta. “Habitas, papita, frijolito, cebollita, lechuguitas, repollito, de todo, coliflor, todo, por aquí yo la paso bien”, dice mientras camina entre sus plantas. “Yo mi campo no lo cambio por nada”, reafirma con certeza y envía una enseñanza a muchos colombianos, “uno sale, se levanta y le da el aire y se mejora, se alienta”, agrega con sabiduría.
“Yo le recomiendo a mis nietos, a mis hijas, estecen en el campo, disfruten”, ahora desde Soy Campesino se lo dice a sus nietos en toda Colombia, pues es de recordar como ella dice que “todos semos hijos de campesinos”. Mientras riega sus plantas agrega, “yo les digo no olviden el campito, que el campito es bonito uno siembra sus maticas y ve aire limpio, ve todo bonito, yo el campo si no lo dejo”.
Este es un mensaje de doña Etelvina, para todos. El campo es esplendido y se debe dignificar. Es afortunado quien puede vivir allí. Los jóvenes deben darse la oportunidad de conocerlo, de vivir la experiencia y sentir la brisa de la mañana, la vida en tranquilidad y armonía, de recibir la gratitud de un animal. Conociéndolo recibirá el valor que merece, el cuidado y el respeto, porque nadie ama lo que no conoce y nadie cuida lo que no ama, conozcamos y amemos el campo. Si parece difícil hay que luchar por que no lo sea.
“Todos semos hijos de campesinos y el campesino es muy bonito, el campo es muy bonito”. La vida en el campo es bella e incomparable, doña Etelvina lo comprueba.
