La iniciativa surge en medio de una crisis sin precedentes en la que, a pesar de ser uno de los sectores abandonados por el Estado, deciden ayudar a los más necesitados de la capital colombiana.
Don Rigoberto Gil, un campesino hijo de campesinos, nieto de campesinos y de ahí pa’tras -como dice él- habitante de la vereda Carbonera del municipio de Nuevo Colón, se levantó muy temprano esta mañana de domingo, se tomó un tintico y salió de su casa con la idea de aportar “lo que se pueda” a esta crisis.
“Viendo la situación como se está viviendo, la gente sinceramente está pasando necesidades y pues, acá en nuestro municipio, hay la forma para que esto sea llevado para la capital de la República y lo aproveche la gente”, dice Don Rigoberto mientras toma sus costales llenitos de frutas que prefiere regalar antes que botar porque, como dicen las abuelas, botar la comida es pecado.
En el sector de Tierra Negra, muchos más campesinos siguen su ejemplo. Auyama, papa, alverja, zanahoria y más productos se envían en un viejo furgón de estacas que lleva alivio para algunos vecinos bogotanos. Desde las mismas vías que cierran cuando no dan más y piden ser escuchados por el Gobierno Nacional, hoy envían camiones cargados de alimentos “porque hay gente que está peor que uno y aguantan hambre”, expresan con sus ojos brillantes y una pequeña sonrisa en la comisura de los labios.
Impresiona la empatía y sinceridad con la que organizan la próxima recolecta y, luego de persignarse y dar las gracias a «Dios y a la Virgen Santísima» por permitir que las personas de los municipios aledaños también aportaran su granito de arena, invitan a los campesinos de todo el departamento a no ser ajenos a esta iniciativa y seguir ayudando a los que más lo necesitan “porque hay gente que está peor que uno”.